Entre los mejores momentos de mi vida figuran la montaña y la lectura. Existen grandes afinidades entre una novela y una excursión por cualquier valle. En ambos siempre hay una historia que contar y tienen un desenlace imprevisible, en el que juega el factor humano. La vida es literaria y la montaña es vital.
Pero sobre todo hay en la escritura y en la montaña, una apelación al pasado y a la nostalgia, a los paraísos perdidos de la infancia, que les convierte en géneros afines.
Después de más de una hora desde el viejo túnel de la Manzanera, hemos llegado a la recóndita localidad de Bara.
Una vez equipados, dejamos atrás el pueblo por un sendero en dirección rio Alcanadre, nuestro nuevo compañero durante la mayor parte de la ruta.
Observamos una primera poza de color turquesa, que invita al baño, pero es demasiado pronto para ello.
Seguimos avanzando hasta llegar al antiguo Molino de Bara, totalmente rehabilitado que se utilizaba para moler el cereal a través de una rueda movida por el agua. Estaba cerrado, quizá por evitación de vandalismo, pues es una verdadera reliquia. En el pueblo te dejan las llaves para poder visitarlo.
La senda asciende por la izquierda del citado en suave ascenso al principio, para momentos después volver a descender hasta tener que cruzar el rio.
El grupo practica la charrada, yo mantengo una interesante conversación con mi amiga Esmeralda.
Nuevamente aparecen indicadores que señalan hacia Bibán, miramos a la izquierda y vuelve a sorprendernos el Alcanadre con una preciosa poza muy bonita.
Poco a poco nos vamos alejando del rio y ascendiendo progresivamente por el antiguo sendero que te traslada a Bibán, ubicado sobre una colina, donde quedan restos de casas que apenas se mantienen en pie. Hacemos una pequeña parada para hidratarnos e ingerir algún pequeño picoteo.
Descendemos por la ladera de la colina, frente a nosotros la vegetación demuestra su esplendor, donde los erizones en plena forestación, en tonos amarillos, nos trasladan a cualquier jardín japonés dada su vistosidad.
Alcanzamos una gruta de donde mana agua, en forma de cascada, otro detalle de la naturaleza del entrono. Momentos después, nos presentamos en la Pardineta de Bibán, donde queda en pie una antigua torre con una pequeña corrala.
Llegamos a Binueste, se hacen algunas fotos y proseguimos nuestra andada, hasta encontrar una poza oculta por la vegetación.
El paisaje que estamos recorriendo es como el documento de identidad de un entorno determinado. Como la foto que se queda fija en la retina cuando va pasando el tiempo. En parte, la huella humana que dejamos en la naturaleza.
En mi recuerdo queda el sosiego de andar por unos bosques a través de sendas que serpentean entre ellos. Entre tanto y tanto encontrarte con una ruina enclavada en los altozanos cubierta de vegetación.
Un paisaje al que hemos vivido de espaldas y que merece conocerlo para sentirse envuelto por lo natural, y descubrir ese tesoro que a pesar de la “carretera”, lo tenemos tan cercano.
Es una experiencia que merece ser vivida.
Hemos contemplado un inmenso paraje desde el Mirador de la Predicadera, desde donde hemos podido observar esa preciosa vista del Parque Natural de Guara, las Sierras de Balcez, Lupera y Guara.
Atendiendo la aclamadas peticiones del respetable, hemos descendido al rio, donde hemos comido…bañado..chapoteado…
Descendemos el camino de este bonito recorrido circular que estoy seguro, nos ha dejado un buen sabor de boca.
Por Guara, era por Guara.
Mi madre y su mula, a la montaña.
Un día con lluvia, otro con nevada,
Otro ventolera, otro granizada,
Y en verano el sol que abrasa la cara.
Hoy toca Nocito, con parada en Bara,
Nasarre y Used al volver a casa,
Otín y Bagüeste pasado mañana…
Aún no nace el sol y a dejar la cama.
Mimadre y su mula, a la montaña.
Hoy lleva retales de raso y de gasa,
Seis metros de lino, diez metros de pana,
Dos cortes detraje, un par de corbatas,
Puntillas y enaguas.
Y como son fiestas, seda,
Colorada con flores doradas,
Otra azul de topos y otra,
verde y blanca y una amarillita,
con rayas moradas,
para hacer vestidos o faldas plisadas.
Todo de Barbastro, de casa Lacambra.
Con su mula buena, va de casa
En casa. Todas le saludan desde las ventanas,
Y bajan deprisa, quieren ver sus telas,
Que han de estar bien pinchas,
En la Sanjuanada.
La señora “trueca”, la seda por trigo,
Por huevos la pana.
Unas regatean, algunas son “randas”,
A otras les fia, otras solo miran,
Y no se deciden, una casi escapa…
Y todas se llevan con su tela nueva,
La alegría a casa.