Os dejamos la crónica de un fin de semana inolvidable en Benasque. Los pasados días 27 y 28 de octubre vivimos la llegada el otoño a una de las zonas más bonitas de Aragón.
Muchos habitantes de las ciudades desconocen uno de los mayores placeres de la existencia: Salir al monte. Cuando tenía ocho o nueve años, mi padre nos llevaba en los meses de primavera-verano a pasar las jornadas festivas por los diferentes valles pirenaicos. Nos reuníamos cuatro o cinco familias.
Salíamos siempre a las siete de la mañana, y la gracia estaba en que nos metíamos todos juntos en una furgoneta DKV, donde cabían hasta veinte personas. Así íbamos al campo.
El día se hacía enormemente largo. Nos bañábamos en los ríos, explorábamos los alrededores, nos echábamos la siesta, llenábamos las botellas con agua de algún manantial y, al anochecer, cenábamos una tortilla de patatas con jerséis para protegernos del viento Norte a la luz de una lumbre.
A veces nos sorprendía una tormenta. Hoy en día, la imagen de la lluvia me produce una sensación de placidez absoluta, de reencuentro con un pasado remoto que podía revivir hasta en sus mínimas sensaciones: el olor de la hierba, la sombra protectora de los árboles, la frescura del agua del manantial, la voz de mis amigos.
Aquellos días parecían eternos, los instantes se anudaban unos a otros como las cuentas de un rosario, el tiempo se paralizaba después de comer y la tarde parecía que nunca se iba a acabar. Los nimios acontecimientos que perturbaban aquella quietud cobraban una naturaleza mágica con historias que mi madre contaba y todos los presentes atendían con mucho interés.
La paradoja es que aquellas aventuras se han grabado en mi memoria como las hojas de un libro cuyas letras se van borrando. Pugno por aferrarme a esos recuerdos, pero se esfuman lentamente. Lo que entonces parecía una eternidad es ahora un instante lejano en el tiempo.
SÁBADO DÍA 27
Este fin de semana según opiniones recogidas en el grupo de Whats App, ha superado nuestras expectativas. Alguien lo dudaba?..
Salir al monte en otoño es conectar con los ritmos de la naturaleza. Ese macrocosmos que es el valle de Estos nos ha dicho alto y claro que también se transforma nuestra existencia, que sintoniza con nuevos ritmos de luz y oscuridad, de calor y frio, cambios en la humedad y en los vientos que renuevan el aire, cambios de actividad en los ciclos del agua, etc.
En esta ocasión hemos tenido una estrella de acompañante. Si, una autentica tentación. “Un móvil acompañando a Mery”. Un componente de la industria de la felicidad, y no lo digo con sorna, sino porque este tipo de elementos te ayudan a experimentar nuevas sensaciones, luego el fin está asociado a la felicidad.
La presencia de la nieve parece que quiere abrir la temporada invernal, aunque por la zona de Benasque aún no ha sido tan copiosa como nos habían anunciado, sólo por arriba la nieve ha dejado un paisaje blanco y esperanzador.
Habíamos decidido una ruta por Estos, un recorrido tranquilo, sin sobresaltos, en plan bucólico y pastoril.
La temperatura algo fría y comenzamos a andar abrigados como requieren las circunstancias. Seguimos por la senda con agradables sensaciones. El cambio del paisaje de verano que no veía desde la primera travesía. La frescura del ambiente.
Pepe nos ha conducido sin apenas enterarnos hasta llegar al pequeño Batisielles. Merecía la pena seguir en dirección al refugio de Estos, no hizo falta convencer a nadie, nombrar la palabra mágica “cervezas” y ya todos contentos.
Llegando al refugio el aire frio rebota en nuestras caras por un sendero entre pinos y hayedos. Con estos alicientes y con muy buenos ánimos, nos hemos presentado en el destino. Ramón, Miguel Ángel Oroz y servidor, dispusimos el entorno para la comanda familiar. Flotaba en el ambiente la última presencia de quienes estuvimos hace cuatro años en el lugar.
Decidimos retornar por la ruta G R-11. Ahora en descenso nos adentramos por bonitos bosques que aunque no han tomado del todo el color de otoño esta bonito.
Una vez en el aparcamiento al “Hotel” para asearnos y cenar.
Hemos tenido suerte pues amenazaban con lluvia y nieve.
No nos ha costado decidirnos para salir después de cenar y dirigirnos por los interiores de Benasque. Un Antro es un escenario diferente donde pasar un buen rato.
DOMINDO DÍA 28
Tras intentar llegar al fondo del valle, la nieve helada nos ha recomendado dar la vuelta. Sentido común no falta en este grupo, y además nos daba pena dejar solas a tres pretendidas mocetas.
Anciles en una pedanía preciosa, con casonas blasonadas y con rincones cargados de misterio. Mira tú por donde aparecen de pronto los Esbarres con Morata a la cabeza. Un ratico de tertulia y cada mochuelo a su olivo. Nosotros a través de un enigmático sendero ascendente, en el que no faltaron sobresaltos inducidos por nuestro “bufón” particular, hemos llegado a Cerler. Ahora tomamos la decisión de bajar, pero por otro recorrido que te invita a ser bohemio por vocación.
Una vez descendido y con momentos en soledad uno llega a la conclusión siguiente:
Grupo de amigos, con respectivos caracteres que se compenetran de modo absoluto, ni malas caras, de condición reposada, estilo franco, personalidad, que gusta entregarse a los demás y endulzan la vida en los momentos del tedio. No es de extrañar que Iñigo se suelte con un “Teniamos que habernos quedado tres días más”
Eso resume todo.
Salud amigas…amigos.