Le preguntaban a Nadal, ya a falta de 3 meses, si se veía bien para Roland Garros. Tras un campeonato de España de MD contra el crono, lo lógico sería hablar de eso, del crono, de la contrarreloj. Pero la vida de un deportista es una lucha diaria, mensual, contra el reloj y el calendario, y no sólo cosa de un día. ¿Qué es la vida? Un frenesí, que decía Calderón. Un frenesí de entrenos y lesiones, descansos y recuperaciones. Ojalá fuera una crono de un día. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción. Y después de Pamplona, no es ilusión, porque de eso ya vamos sobrados y ha sido muy real; tampoco es una sombra, porque no hay ninguna, son todo claros aunque el camino sea nublado en ocasiones; ¿una ficción? Seguirá soñando Zorrilla, porque no quiere que le despierten de este oro.
Que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son. Seguiremos entonces soñando, porque Pamplona prometía, para acabar siendo de leyenda.
Acogía Iruña el Campeonato de España de MD, lo que para los mortales viene siendo clavarse la mitad de un Ironman: 1900 en el pantano de Alloz, 90 kilómetros en soledad y contra el viento, y una media maratón. Ya desde Bilbao, el año anterior en esta misma prueba, la situación venía caldeándose a fuego lento, con mimo, una especie de reto interno para acabar, 365 días después, con 11 verdes entre los 100 mejores. La élite. ¿Un «no hay narices»? Más bien un efecto pigmalión, ese que dice, en la psicología, que cuando crees que puedes, de pronto puedes. Pues eso 11 duatletas, gente de explosividad y watios de distancia sprint y sí, algún veterano de la Media Distancia, para sufrir un San Fermín.
Y entre ellos él, Fernando, que siempre aparece como un posible, pero no sé por qué nadie lo confirma. Hasta este fin de semana, él, y sólo él, se consagró en la plaza del Castillo de la capital del Reyno.
Amenazaba tormenta y no cayó gota, pero sí pasó un rayo, que cogió la cabra por los cuernos para recortar la distancia abierta en las aguas de Alloz. Potencia sostenida, posición aerodinámica; metro a metro, segundo a segundo, cada vez más cerca de cabeza. Llanero solitario que alcanza a los viejos consagrados de la MD a las puertas de Pamplona, para hacerla saltar por los aires. Llanero solitario que se convierte en ariete, martillo pilón corriendo, porque las leyendas se quedan, una a una caen, sucumben ya desde el kilómetro 4. Siempre nos avisaba que nunca había podido correr bien la media maratón, que la tripa se retorcía y no podía relucir los tiempos de entreno. Solo había que tener paciencia, que ésta tiene recompensa. Ya saldrá, ya llegará. Y la recompensa es de todos: primero para él, lágrimas en los ojos con pañoleta roja y cinta de meta en alto; es del equipo (segunda vez 4° de España por equipos por el buen hacer de Luis Bandrés y Daniel Tolosa); recompensa de entrenadores; recompensa para la banda de hooligans que tomaron Pamplona para teñirla de verde, que decía el speaker; recompensa para Gaya, porque hoy y siempre va por ti. Para ti la txapela.
PAMPLONA | Jorge Tolosa.
Fotografía: Fed. Española Triatlón.