Este fin de semana cogemos los bártulos rumbo a Zuriza.
Todos los que hemos visitado esa zona, sabemos que Ansó es un valle de tradiciones y de naturaleza excepcional. En una época no muy lejana, aquí como en cualquier pueblo de la montaña, unos añoraban aquel mundo rural y lo recreaban como si se tratase de un edén pastoril de Petrarca. Hasta el pan de maíz les parecía una delicia, cuando se comía por carestía del de trigo, que era el bueno), menudo pan tienen hoy. Retrataban un universo repetitivo, pobre y carente de oportunidades. Bendecían el día en que habían emigrado a una gran urbe. Hoy se tiende a volver, al menos como segunda residencia. Es notorio que sus gentes viven de la madera, de los pastos y de muchedumbre como nosotros que nos vemos atraídos por montes tan hermosos que muchas veces resultan irresistibles de venir a patear.
En la cabecera se encuentra nuestro destino, Zuriza, con algunos de los mejores bosques de hayas de Aragón, lugares frondosos de sombras y verdes que se extienden como una alfombra forestal. (Por cierto, ¿sabíais que se salvó in extremis, de ser talado entre los años 1993 y 1995?).
Las previsiones de la meteo no son óptimas, la borrasca Jorge nos acecha; pero en ocasiones los expertos te ofrecen el nivel de acierto de un chimpancé lanzando dardos. En principio prima la ilusión y nuestros deslumbramientos juveniles… ya iremos viendo.
Subimos por la carreterita que va junto al rio Veral, estrecha y tortuosa, como la recuerdo de mis primeras escapadas por estos lugares.
Éramos jóvenes, disfrutábamos de la montaña dentro de un grupo de amigos, cuando llegamos a los Pirineos y sufrimos sus etapas intensas, hubo quien puso fin a esa relación y quienes nos quedamos marcados de por vida.
El adulto que evoca desde una nostalgia nunca negada a su paraíso perdido, los fines de semana de antaño con aquellos amores de suave final enigmático, que la realidad objetiva podría ser más que aquel sueño calderoniano del soliloquio de Segismundo…en fin…
Hemos llegado a Zuriza.
Hay un dicho popular por esta zona: Sale o sol por a Reclusa, resplandece en Maidoguí, se da güelta por Alano, y se esconde en Zordoquí. Hoy la lluvia intermitente sustituye al reclamado sol.
Zuriza, es una zona que me encanta. No lo puedo evitar. A pesar de la distancia, y que el Pirineo aquí todavía ande a gatas, sus cimas siempre me han resultado atractivas. Una visita hace tres años durante la tercera de nuestras travesías, habla a las claras de lo olvidada que hemos tenido este pedazo de nuestra geografía.
Linza, Tacheras, Gamueta…son algunos de los nombres que tapizan el Pirineo de Huesca más occidental, lindando con Navarra y con Francia. Tan denso y tupido es aquí el arbolado que no es extraño que estas masas húmedas forestales de esbeltas hayas, pinos y abetos reciban locamente el calificativo de selvas o selvas.
Llegamos a Linza, que es tierra de frontera, reúne algunas montañas que han entrado en la mítica montañera. Valles recónditos y montañas apartadas.
Salimos del refugio pasando por varios tipos de paisaje, subiendo, pero de manera gradual, de las que no se te atragantan. Cuando nos ponemos en alto, ya tenemos vista del barranco de Petrechema. Nosotros a lo nuestro, subir, de charrada, que se hace más corto y menos duro, mientras nos van apareciendo algunos tramos donde la pendiente se pone más cuesta arriba y con las primeras nieves.
Neveros que ascienden por la ladera. Las últimas nieves por estos pagos se notan.
Llegamos al collado de Linza donde el frio y el viento nos castigan, y además con mala leche.
Ahí tenemos frente a nosotros la trasera del Petrechema, su cercana visión nos anima sobremanera para seguir, a la izquierda la Mesa de los tres Reyes y a la derecha el Mayo Acherito y el Chinebral de Gamueta.
Las vistas son un autentico delirio que me recordaban a un paisaje Tolkieniano.
Es cuando la fuerza de la razón impone no continuar, según comentarios de la poca gente que volvía de la inmediaciones, hemos llegado a la conclusión de que hoy, nadie ha coronado nuestro objetivo, y no es que sirva de consuelo, simplemente, aparte de hambre de cumplir ilusiones, también tenemos algo de sensatez.
Descendemos para comer en él Refugio, los guardas son amables y nos atienden muy bien.
Bajamos al Camping.
El tiempo continúa inclemente.
Cuando se arracima la ciencia puntera, la imaginación se pone en marcha, se crea un clima interior cálido, Pepe (el galeno), alimenta el fogaril, la temperatura exterior no invita a salir. Resultado: Una tarde agradable donde hemos estado recluidos por el temporal. Hay que buscar soluciones imaginativas. Nuestro ámbito natural con tendencia a mirar hacia el pasado, sabido de que por esta zona hubo brujas, nos lleva a los coloquios sobre estas y “diables”, sus ritos y aquelarres, usando pócimas de plantas mágicas como el estramonio y la belladona, con las que volaban, llegando a tener relaciones intimas con el demonio. Seres misteriosos que, según se cuenta, a través del encantamiento y por orden de Lucifer atraían a los ganados que pastaban en las inmediaciones para hacerlos desaparecer. Ellos lo hacían con hogueras clandestinas, nosotros con el infiernillo de Richi, que también emulaba una pira o fogata mientras quemábamos nuestra queimada. La contemplación del pasado te ayuda a entender los hechos del presente. Como decía el poeta nuestra verdadera patria es la infancia, y hemos vuelto a sentirnos como niños y no veo contradictoria nuestra pasión por el presente con la nostalgia.
Nuestro casero Asier, ha resultado un personaje clave este fin de semana. Amable, entregado, atento, agradecido…faltan calificativos hacia este entrañable personaje.
La mesa para la cena se prepara con esmero, mantelitos de color fucsia, servilletas del mismo tono, vajilla para la ocasión.
Unas lentejas abren la comanda, plato obligado cuando hace frio, bandejas con ensaladas bien presentadas, más bandejas con ternera del país, eso se nota, tierna y con sabor, lomo a la plancha, longaniza con buena pinta de la que no queda ni rastro, esas patatas fritas en su justo punto, frutas, cafés y derivados, y prefiero no seguir por no levantar sospechas. Que diga esto de las ofrecidas viandas un rarito con las comidas en estos lugares, puede tener su guasa, pero me despache a gusto, me sentí como cuando Proust rememora su infancia en Combray al mojar la magdalena en una taza de té.
Tregua en la noche. La sombra corre por las laderas de las montañas, las circunstancias climáticas han impedido el espectáculo cuando el sol se carameliza y la oscuridad ganando su partida diaria. Contábamos con ello. La cordillera se detiene con la noche. El terreno es inclemente, el clima es duro, las temperaturas se deprimen alocadamente. En el interior de un refugio, paralizamos las actividades, dejamos que los miembros de la naturaleza, por unas horas, vuelvan a ser amos y señores del territorio, y se recluyen a conversar y compartir algo caliente mientras divagan sobre los hechos del día. Es la tregua nocturna, una repetición interminable desde siempre y para siempre.
Domingo 1 de Marzo,
Nuestros caseros se han quedado sobaos. Aparecen una hora después de la acordada, pero los recibimos con una sonrisa…que menos.
Vuelve a ocurrir. Pepe intenta encender la estufa, esta se le resiste a pesar de su experiencia. Charo le pregunta:¿ Has retirado el hollín?, el otro a lo suyo. Pablo con su característica entrega en beneficio de los demás, sale en busca de ramas…vuelve…pero están húmedas, se desiste…!Milagro! el fogaril ha prendido, se nota calor…esto tiene buena pinta.
Asier trae café, leche, canastas de pan tostado, beurre, confiture, las adictas al té también lo reciben…!De pronto! ¿Os hacemos huevos fritos con chistorra? y patatas fritas…caras de asombro…siiii
Los huevos fritos en estas circunstancias, son una forma de vivir y unas señas de identidad que perpetua los lazos de cualquier grupo, un plato casi obligado, es como sufrir un ataque de añoranza tal y como pinta el día.
Llueve a ratos. Se cambia de plan. Se decide como opción desde Linza el Bosque de Gamueta.
Magia y misterio aparte, el bosque de Gamueta es una delicia sea la estación que sea. Arboles mecidos por el viento, por sus sendas y recovecos, emboscarse en este mundo de humedad, frescor, troncos, musgos y alfombras de seca hojarasca, de sonidos y figuras, es una irresistible llamada más de cuantas nos ofrecen estos rincones. Después de atravesar largos espacios nevados y llegar a un punto donde nuestro tiempo pone límite, unas fotografías justifican la alegría reinante…como siempre. Excursión circular que nos devuelve al lugar del comienzo.
Nuestro sherpa, con la lucidez pausada de los viejos filósofos, llego y sentencio: “Hemos venido con dos propuestas y no se ha cumplido ninguna”
Pepe Cubero, es como ese asceta sabio que conoce todas las máximas del mundo de la montaña.
Toca volver. Tenemos cita en la Borda Chiquin.
La comida en esta casa es muy buena. Cocina sencilla, que gusta a todos.
Ahora que se está poniendo de moda una cocina sofisticada que es ensalzada en los programas de televisión, reivindico la forma de comer de nuestra infancia, ligada a los productos de la tierra y a unos sabores básicos.
En esta ocasión las chicas del Bolshoi no nos han engatusado con sus saltos y coquetos gestos, siempre nos deleitan con sus variados y elásticos saltos, nunca se cansan…¿Por qué hoy no?..nos teniais acostumbrados, somos fans incondicionales de vuestras galas donde exhibís cierta sintonía.
Perdonar que hable de nuestro coreógrafo, pero es el amigo que tengo más a mano.
Personaje reflexivo enganchado a su profesión, donde uno ve su autentica vocación; tras una cara afeitada y un peinado de antaño, ojos azules melancólicos y envolvente voz de eco, no emplea el salvavidas de la ocurrencia chisposa con la que a veces salvamos la faena quienes carecemos de su talento. Hemos conocido una faceta nueva: La reflexología podal. Han pasado por sus manos destacadas personas en la tarde del sábado. Ramón, pintas acuarelas, decoras escaparates, tienes prestigio reconocido en tu profesión, y además tenemos la suerte de tenerte entre nosotros…por cierto aparte de los elogios, quiero cita para la próxima revisión plantar.
El camino no deja de llenarse de buenos amigos de la que seguir aprendiendo y este fin de semana ha sido una muestra de ello.
Compartir la vida, lo singular y reconfortante que resultan estas salidas de dos días, es que te encuentras con gentes que forman parte de tu vida, que no son flor de un día, por eso sabe a poco, y en su contexto de inmediatez pierde el gas, pero recurriremos a las fotografías que algo alimentan y son ajenas al óxido del tiempo.
Participar en los saberes de la montaña, vale la pena. Y eso, hoy, es mucho.
Hasta la próxima.
MAC
Posdata: Esta crónica la dedico de corazón a nuestros queridos Rosa y José Luis, que pronto estén con nosotros.