Hoy hemos recorrido una excursión de pequeña longitud, con un desnivel acusado desde el comienzo, pero sin ninguna dificultad. El sendero se inicia con los tramos de mayor pendiente entre las sombras de un extenso pinar.
Es cuando observo con atención, como sobresalen los rasgos de tenacidad, queda claro, sin voluntad no hay cimientos. Las primeras rampas hacen sudar de los lindo, se hacen paradas para despojarse de abrigo. Poco después aparecen los robles, seguidos de un hayedo desnudo de hojas que alfombran al pisar.
Aparecen falsos llanos custodiados de troncos de color grIs ceniciento, arboles cautivadores que, además, resultan grandes aliados frente a la erosión de los suelos que ocupan.
Abandonado el bosque mencionado, los erizones y bojes adquieren todo el protagonismo de la andada hacia la cima.
Antes hacemos una parada en un precioso collado, donde una pequeña porción de pastos, se abre paso entre la turba de erizones, descansamos y damos tiempo al resto para reagruparnos.
Miro con atención a los ojos de nuestros amigos “especiales”, sus ojos conciben latidos, miran a todos los lados de la montaña. Llegó a la conclusión de que están disfrutando mucho. Mi amigo Pascual con su singular simpatía, sin decirme nada, me lo está confirmando; es cuando pienso…no te tomes la vida en serio, al fin y al cabo no saldrás vivo de ella.
Algunos comenzamos a remontar la pendiente ante el evidente roquedal que conforma la cima del Peiró.
Siempre hay lugares donde ir, solo hay que saber elegirlos. Guardo memoria de muchas cimas, pero esta, te ofrece una panorámica preciosa, de aquellas que no se olvidan nunca. Al llegar es cuando conoces el sabor difícil de la independencia.
Recordar con mirada encendida tales vistas, es uno de los mejores alicientes para seguir ascendiendo montañas, quede claro, me subyuga el olor a monte que se respira en este lugar.
Toca descender, un grupo decide seguir añadiendo a su palmarés más vistas desde otro collado, del cual descendimos en cierta ocasión cuando trajinábamos por las rutas de la hoya de Huesca.
Lo dije no hace mucho; las sierras grisáceas contribuyen a que resalte la luminosidad de su emplazamiento. De aquí hacia abajo vienen territorios pardos, pero uno termina contagiándose del carácter de las tierras. Siempre que partimos hacia Zaragoza nos crece a todos la nostalgia montañesa como un abeto sombrío y añoramos la musicalidad intima de las pinadas en los montes.
Una vez el grupo en el flamante autobús, mi fino oído, escuchaba ciertas tonadas, supongo que para entretener el hambre. Una vez en Arguis, en un carasol con mesas, es cuando el Bar dar cobijo a nuestros lacerados cuerpos.
Quede claro, no me escondo, He estado muy enfadado; digamos dolor moral. Solo los buenos sentimientos pueden unirnos; el interés jamás ha forjado uniones duraderas.
MAC.
Fotos de la salida: https://photos.app.goo.gl/MRz1SReoVvvHJyQr6
Foto de Esteban: https://photos.app.goo.gl/Z1zttTTtpDeucubb8