CRÓNICA SÁBADO 20 DE NOVIEMBRE.
PICO GABARDIELLA.
Miguel Ángel Calleja.
La vida está llena de regalos extraordinarios emboscados en los repliegues de lo cotidiano. ¿Hay mayor placer que levantarse un sábado a las seis de la mañana, con las sensaciones de un día de otoño por delante? Disculpar que me ponga estupendo: Un desayuno improvisado antes de llegar a Huesca, degustado con la morosidad que las jornadas laborales no te permiten, y luego, conversaciones con sosiego con tus amigos. Por último, para rozar ya el paraíso en la Tierra: Un trocito de Guara. Vivimos en un tiempo inquietante, pero también afortunado en muchísimos aspectos que ni siquiera valoramos. Es como la obra de un genio que reconoce que su fe es el más esplendido e inabarcable de los regalos y quiere trasmitirlo a los demás. Llegas al lugar, cuando comienzas a caminar, no hay lugar para la introspección sosegada, ni para el aburrimiento solitario que abona la creatividad. No encuentras una mañana muerta para “aprender del tiempo perdido”, como reza una vieja canción de Niel Young.
Llegamos a una especie de isla aislada de los demás, donde quedan aparcadas las furgonetas. El clima anticipaba una jornada fresca. A la izquierda se encuentra el pueblecito abandonado de Lúsera, (uno más de los salpicados por la “Lluvia amarilla” ,a la que Llamazares, retrato en su famoso libro), que aparece dominando un roquedo. Un grupo de gacelas todas ellas ágiles, frágiles, atléticas, no del Atlas, ni de Thompson, todas ellas autóctonas, con cualidades muy lozanas emprenden su ruta por un bosquecillo pináceo, manto herbáceo fresco y denso, rincones de naturaleza dulce, bojes inusitados con restos de rosada en ambos lados.
Pepe Cubero y Esmeralda seguida por Ilde, marcan un ritmo asequible, cómodo. A nuestra derecha, el embalse de Santa María de Belsué, que un lugareño me contó, fue aprobado por Real Orden en 1903 concluyendo las obras en 1918. Antes de proceder al llenado, inyectaron cemento en las grietas para asegurar la permeabilidad del vaso, y como no dio resultado positivo, el agua sigue escapando a buen ritmo, por lo que se procedió a la construcción de otra presa de la cual se observan los restos para recoger las filtraciones, y a su vez, los potentes manantiales de Cienfuéns.
Una ascensión cómoda, con algún tramo exigente, nos traslada a una pista donde hay evidencia de que las vacas han pasado por el lugar, escoltados a derecha e izquierda por las Erinaceas anthyllis, los conocidos “cojines de monja” hasta los prados de las Paules, donde el reagrupamiento del grupo ha sido lo recomendado.
Una vez iniciado el ascenso a través de una cresta, un descenso castigador de rodillas al collado Luna del Pueyo, nos hace perder altura para momentos después iniciar una fuerte subida en dirección al cordal de Gabardiella.
Las vistas desde ese lugar son impresionantes.
Vistas de estilo ecléctico muy acorde con lo barroco, que nos traen recuerdos…el Borón, enfrente el Fragineto con toda su cresta, detrás imponiéndose: Los Acantilados de Cienfuens, Embalse de Besué, El Tozal de Guara, abajo, diminuto, el encantador pueblecito de Nocito cercado por la vegetación, y como no, el viejo monasterio de San Úrbez, y todo el Pirineo. Un premio para quien se lo trabaja.
Continuamos el cordal hasta llegar al vértice geodésico de Gabardiella 1696 m, punto más alto de nuestro recorrido, alguna foto del grupo con Guara de fondo.
Pepe cubero tiene más vidas que todos los gatos juntos, virtudes innegables, quien tiene retiene, pero las prisas por abandonar el fin conseguido, es algo que distingue al maestro, que creo que relee a Dante.
Mila me apunto hacia un monte llamado Peña Mediodía, que es el topónimo más extendido que quiere decir “Sur”, puesto que a las 12 horas el Sur se sitúa indicando el Sur geográfico. Le dije que trataría de contarle algo al respecto.
En el Pirineo Aragonés, existen varias montañas llamadas “d’o Meyodía”. En el Turbón tenemos un ejemplo muy curioso de topónimos horarios. En este macizo calcáreo se encuentran Picón de las Ocho, Roca de las Diez y Roca del Migdía.
En Cotiella, (muy nombrado ayer), se alzan cuatro cimas con nombres horarios. Así, de Este a Oeste se elevan sucesivamente la Peña de las Diez, Peña de las Once, Peña del Meyodía y Peña La Una.
En Gistaín, mirando hacia el Sur, se observa como el sol evoluciona colocándose en cada hora sobre su peña correspondiente. De esta forma, es posible saber aproximadamente qué hora es… ¿puede alguno de vosotros imaginar un reloj más hermoso que las solitarias cimas de Cotiella?
Ya de bajada, un descenso de purgatorio que te aconseja concentración, atención de no resbalarse ante algunos toboganes de barro reciente.
Ayer, tuve la suerte de conocer a compañeros-as de últimos ingresos en esta “Facultad” pues siempre se aprende en este grupo.
Compartí interesantes comentarios con Santiago y con Gabriel. Me parecieron dos personas excelentes. También coincidí con Raquel, me dejo muy buena impresión. Temo dejarme a alguien, pido disculpas.
Una vez de regreso, parada en “un clásico” para nosotros en Arguís.
Cadiera y Chimenea.
Una nuey para cenaús
Mirando las flamas yeran
Rodiando lo fogaril
Toda una familia entera
En aquella nuey de utoño
Que l´ausin chiflaba fuera
Chelando a la nieu que empliba
Los telláus y las carreras
Yeran bien aposentaús
En dreita y zurda cadiera,
Y, cara a cara lo fuego
Bellos en escalimetas
Escuitando que, lo güelo
Fablaba d’estas maneras…
Todos a carrillos llenos es cuando se observa la capacidad del ser humano de comer y hablar a la vez.
Apoteosis con cerveza, ideal para preparar el estómago sin sal de frutas a mano.
Al final del día, aunque cansados, se desprende esa alegría de quien ha recibido el premio no sólo por andar, sino sobre todo al trabajo pequeño, de detalles, exigente, fatigoso y rutinario del día a día, con matrícula de honor en la mochila, que desprende esa relajación de quien puede volar a donde quiera, y sin las prisa por madrugar al día siguiente.
Salud a todos.