LIX Semana montañera: Ascensión moncayo
Dicen que la fe mueve montañas. No lo sé, tal vez sea cierto para algunos. En mi caso afirmará más bien que las montañas mueven a la escritura, en mi caso me dejo llevar por la necesidad de calzarme aquellas botas impregnadas de tinta que dejan sus huellas por la blancura nívea de la pantalla.
Recuerdo mi primera ascensión al Moncayo. Una primavera del año 69. Me encontraba en una especie de “Quinta” (colonia) de Jesuitas en Tarazona. Había en aquella como un secreto pasadizo que iba del patio al jardín de un edificio en un vallecillo, tipo albergue. Como un tranvía imaginario en el que fueran, uniendo los dos edificios, un niño de los Jesuitas que venía de ser proclamado dignidad, regulador o cuestor, en el Coliseo España, y una niña de la otra parte con su banda celeste del aspirantado o con su medalla de Hija de María . Había un secreto amor y complacencia que iba de los cipreses de la colonia, a las enredaderas del jardín de otro recreo cerca de la escultura del Corazón de Jesús.
¿Cuántos niños de los Jesuitas se acabaron casando con las niñas irlandesas? Si salías con una de esas jóvenes, que eran tan liberales, era pecado venial. Pero es que a las niñas les pasaba igual. No le iban con cuentos a la reverenda madre ni llamaban a palabritas si era el muchacho de los recados del amor, ¿Quién que estuvo en el lugar no recibió recados?; si los escritos recados de amor eran de un niño de los Jesuitas.
– ¿Y el chico es de los Jesuitas?
– Si Sor Mariana, de los Jesuitas…
Las ves ahora y sabes que son las antiguas niñas del albergue. Me las he encontrado en muchos lugares, en muy diversas circunstancias. En un momento, cuando he visto una sonrisa, cuando he escuchado una frase, les he preguntado con certeza:
– Tú estuviste en el valle, ¿no?
– Pero bueno, lo tuyo ¿qué es? ¿de adivino?
Eso mismo “pero bueno”… con el que comienzan las frases ya las delata, muchos años en cautividad para que alcanzaran la perfección de la belleza de los cuellos enhiestos, de los hombros para atrás, la misma soberbia de los niños de Jesuitas…a nosotros el padre Ignacio Errandonea nos decía:
Os estamos educando para que en el día de mañana seáis los conductores de los hombres, los dirigentes de la sociedad…A vosotras, a aquellas mismas horas, tras aquellos mismos soñolientos tranvías; Sor Mariana, Sor Esperanza, Sor Irene, tras hacer ensayar la reverencia del rodillazo para poder entrar un día en imposibles cortes, os estaban también diciendo:
El día de mañana seréis grandes damas, ¿quién sabe si reinas? Por eso, niñas, ensayad otra vez la reverencia…
Aunque no hayamos llegado a nada, más que a la orgullosa posesión de un recuerdo de la adolescencia ahora se ve que estuvimos allí. Ya nadie tiene cero notas por no tener buen espíritu. Ya nadie censura las cómplices sonrisas en la fuente de Tarazona, ya nadie puede llamar a palabritas, aunque algunas que veo casualmente por el Stadium lea hoy este recado que manda un chico de los Jesuitas.
Hoy en día estamos acostumbrados a todo, por eso nunca es un dolor tener que contemplar de espaldas el teatro de la vida.
Por cierto, tal día como hoy, un 12 de mayo del 69, alcance por vez primera la cima del Moncayo.
Hoy nuestro destino es el Moncayo; desde el pueblecito “La cueva de Agreda”.
El cierzo en Zaragoza se dejaba notar, lo cual hacía presagiar viento en la cumbre. El autobús sin enterarnos nos ha dejado en Agreda para almorzar. Es entonces cuando de forma sibilina Mila pretendía introducir al interior del comedor un bulto sospechoso. Una vez interrogada, confiesa con discreción sobre el contenido de la misma.¡¡ Íbamos a deleitar unos deliciosos pastelitos rusos!!. ¿Y el motivo?…es el cumpleaños de un amigo de carácter reposado, que desempeña el papel que le ha tocado con profunda meditación y excelentes resultados.
Una vez en cueva de Agreda, nos ha recibido su alcalde. Personajes así, habría que recibirlos bajo palio; que manera de atendernos; ofreciéndose para guiarnos por los alrededores, recomendando lugares y recovecos que bien merecen la pena para posibles regresos por estos parajes.
El arranque de la excursión ha sido tranquilo. El viento insistía en recordarnos por donde estábamos, que junto al gruñir del rio, creaba sensaciones agradables, de naturaleza viva.
Un giro a la derecha una hora y cuarto después, frente al collado de Castilla, llega el momento en el que hay que tener la resignación de un reo, fuerte subida, la cual requiere una fuerte dosis de paciencia, bajar la cabeza como un personaje melodramático mirando por donde andas. Una excepción al final, cerca de la cima, Pepe Gargallo arranca con genio despegándose del grupo, debía de ser que pretendía guardarnos sitio en la cima. Luego ha desvelado el secreto de su fortaleza, unos orejones introducidos en su dieta, dan como resultado este tipo de comportamiento. “Tomamos nota Pepe”.
A pesar de que tiene poco más de dos mil metros, no es una cumbre sencilla. Más que nada porque su vértice cimero está lejos de todo y, por lo tanto es una ascensión larga y con fuerte desnivel, se parta desde donde se parta. Con buen tiempo la ascensión se agrava por el calor y la falta de agua, pero en un día claro como el de hoy, desde la cima, ante la mirada del montañero se dibuja un asombroso panorama de nevadas cumbres pirenaicas. Situarse allí y reconocer cada una de ellas se puede convertir en un máster al aire libre con el que aprender a identificar gran parte de los picos y geografías que componen el Aragón de las montañas…¿Es así Richi?
Un frío que pela una vez arriba. Cabezas cubiertas como cartujos en el exterior del convento, pero el buen humor lo amortigua todo. Fotos de recuerdo junto a la columna colocada en su día por Stadium, según reza en una placa.
El descenso tranquilo, al hilo de las conversaciones, hemos llegado al autobús.
Destacaré la nutrida presencia de juventud que dan colorido y alegría al grupo.
Hemos comido en Ólvega muy bien por cierto, celebración como cómo merece la ocasión y, muy a nuestro pesar, vuelta al autobús, los chicos y chicas de la pronta travesía, tenían cónclave en la parte trasera del autocar.
Sin darnos cuenta hemos llegado a Zaragoza donde el cierzo nos esperaba…como no..
Video de la ascension