HOY NOS VAMOS DE EXCURSIÓN POR LOS MALLOS DE RIGLOS
¡Hola! ? Todavía seguís por aquí? ¡Genial! Eso es que empezamos a llevarnos bien.
Hoy nuestra excursión comienza en el tren; en esta ocasión en uno popularmente llamado “Tamagochi”, el tren más antiguo, lento y pequeño de España. No por ello carente de emoción.
Ya se hablo de organizar una salida en tren el 27 de septiembre de 2015, mientras comíamos en el albergue de la Federación en Alquezar. (Pasarelas del Vero)
Nos hemos citado en la estación de Goya, a las 06:30 horas.
La verdad, decir estación a este anden subterráneo, me parece frívolo.
Atrás quedan aquellas estaciones en las que observabas el deambular de desconocidos en tránsito que jamás volverías a ver.
Recuerdo que lo que más me gustaba era colocarme en un andén y esperar la llegada de los trenes, que al principio eran un punto en el horizonte y luego irrumpían con estrépito con sus locomotoras lanzando vapor sobre los viajeros que aguardaban para subirse a los vagones.
Hoy la estación y sus talleres han desaparecido. La cantina, los kioscos de prensa, el servicio para guardar las maletas y el edificio adyacente donde trabajaba el personal de circulación no existen, es como una situación fantasma, pues la modernidad se ha impuesto y, de forma soterrada, los Aves transitan sin ruido hasta la fría intermodal.
Ahora me pongo a escribir la crónica de este fin de semana, y me siento como un garrulo, carente de ideas, pero estrujándome la masa encefálica, creo que algo saldrá.
Poca presentación necesita los Mayos de Riglos; paisajes de gran calidad visual, a mí personalmente, me invade la nostalgia, grandes paredes de color anaranjado de hasta 300 metros de altura, especialmente bello para observar al atardecer.
Se trata de una alternativa relajante, ideal para prepararnos de cara al próximo fin de semana en Benasque, donde la nieve nos espera.
No sé que tiene esta zona que siempre me ha despertado cierta añoranza, estos bloques de rocas tan elevados, restos de sedimentos que tanta imaginación han despertado durante años a caminantes y escaladores, su canfranero a las puertas, su río Gallego, sus pinares…y como no, esos buitres que adornan el cielo de Riglos con sus círculos casi perfectos.
Con estos y otros aspectos más hemos disfrutado de una jornada aventurera de cinco estrellas; y las ganas que yo tenía de salir con la peña.
Hemos llegado al refugio con tiempo suficiente para dejar los bártulos y tomar un café.
En nuestra alternativa, proponemos una ruta circular preciosa, donde las vistas toman protagonismo y, con una denominación muy sugerente:
“Ruta de Cielo” que se adapta perfectamente a las impresionantes vistas que vamos a lograr desde distintos puntos.
Un recorrido por la espina dorsal de los mallos, sin pasos ni tramos técnicos; senderos homologados y fáciles de seguir, aunque sí encontraremos sendas con fuerte desnivel y bastante piedra suelta, tanto de subida como de bajada,
No existen fuentes en el recorrido, así que es necesario cargar agua, bien en cantimplora o en depósito mochilero con cánula.
Hemos comenzado andar a las 09:45, entrando en materia.
Vemos aparecer el afilado mayo del Firé, formando entre los dos, una gran puerta que da paso al Circo de los Mayos, espectacular lugar por donde la senda toma fuerza hasta llegar al collado del Firé.
El sendero se agudiza, y va tomando altura entre pinos y vegetación de sotobosque, hasta llegar al desvío que nos indica su título: “Ruta del Cielo”.
Volviendo la vista observamos las afiladas moles de las cuatro puntas del Fire: «No importa», «Mateo», «Mallafre», «Montolar», y «Punta Sally», que llaman poderosamente la atención cuando transitamos por el sendero.
La ruta es físicamente algo exigente, pero no pasamos por lugares con claro peligro.
Terminamos ascendiendo por un pequeño valle, donde un pequeño collado, nos ofrece imágenes con formas imposibles y soberbias que nos desafían constantemente, procediendo a las diferentes sesiones de fotos.
Continuamos hasta llegar a la parte más alta de la ruta, una zona alomada, desde donde con nitidez se aprecia todo el cordal pirenaico, hasta depositarnos en una pista, es cuando terminamos de ascender en esta jornada.
A partir de ahora, cambio radical, bajamos para cambiar totalmente de perspectiva y vegetación, de monte bajo, con generosas vistas aéreas, llegando a una bifurcación de sendas donde alguien ha tenido dudas, hasta llegar Pepe y, conducirlos en buena dirección.
El sendero suaviza su pendiente en busca del Mayo Colorado, no llegamos a él pero lo rebasamos y descendemos, ahora sí, con más decisión en lanzadas.
Nos topamos más abajo con el amplio camino por donde discurre el Camino Natural de la Hoya de Huesca, que seguimos hasta llegar a Riglos.
En el Restaurante unas cervezas nos alivian la sed, mientras algunos esperan el toque de fajina para comer.
Los más osados, consumimos nuestros bocatas en el exterior al amparo de la Solana.
Cuando el término “cambio climático” todavía no existía, el refranero ya se refería al mes en curso como “el febrerillo loco”, por sus drásticas oscilaciones térmicas. En febrero, un día te pelas de frio y al siguiente despunta una jornada radiante, que pregona las dichas de una primavera adelantada y llena de promesas. Hoy hemos gozado de un día de regalo que tanto guapea a esta pequeña metrópoli. Cielo raso, 15 grados en la sobremesa y un sol tímido, que invitaba a zapatearse en una terraza con una cervecita, y ver discurrir la vida quedamente.
Resumiendo:
Jornada satisfactoria. Gran trabajo el de Antonio y su equipo. Si tuviera que darle nota, sin dudarlo le daría un DIEZ.
Gracias a todos, 59 en tren, y 7 en vehículos particulares.
Esto no ha hecho más que empezar.
MAC.



