Hola!!
SÁBADO 25 DE MAYO
A las siete de la mañana, puntuales e ilusionados, nos hemos presentado en nuestro lugar habitual de salida. Ha sido sencillo repartirnos en los diferentes vehículos, con el propósito de parar en el Rte Montearagón, y de paso, tomar decisiones consensuadas.
Por una zigzagueante carretera a las 09:15 estábamos en el parking de La Tejería, donde algunos vehículos nos habían tomado la delantera, pero hemos podido aparcar sin problemas.
Hoy hemos elegido una fácil y entretenida ascensión clásica a una de las montañas emblemáticas de la Sierra de Guara. El esbelto Fragineto que se eleva distinguido sobre las gargantas del Guatizalema y el embalse de Vadiello, mostrando una silueta piramidal por su descarnada cara norte. Su altura modesta le confiere un plano de superioridad con respecto a las distintas agrupaciones de mayos en su entorno, pero su cresta cimera queda debajo del coloso del Parque, el cual ejerce su papel de guardaespaldas. Tuvimos ocasión de conocer esta montaña hace dos años aproximadamente quedando sorprendidos de sus vistas, esos escenarios de escaladas y un decorado casi sobrenatural.
Una vez en formación de revista, las diferentes cámaras han inmortalizado al grupo siguiendo el protocolo.
El día pinta bien, el disfrute está asegurado.
Iniciamos la andada por un sendero bien marcado y muy limpio, algo que se agradece especialmente en Guara, paraíso de plantas lacerantes y pinchudas.
Partimos del Parking de la Tejería y comenzamos por terreno llano a la sombra de los pinos. En poco tiempo alcanzamos la solitaria Ermita de la Fabana, en estado ruinoso de mal presagio, residencia habitual de cabras silvestres.
Seguimos hacia el fondo del barranco por un bosquecillo hasta llegar a las Gargantas de Fabana, paso clave por donde discurre el rio Calcón, que en un momento comenzamos a remontarlo haciendo funambulismo para no mojarnos, los saltos de piedra en piedra para salvar las zonas acuáticas añaden más diversión al tránsito por el discurrir de la garganta. Poco a poco lo cruzamos sin percances.
Al cabo de poco más de una hora, llegamos a una bifurcación, todo recto continúa hacia Nocito y el Tozal de Guara, y a la izquierda comienza una fuerte subida en dirección al Fragineto. El sendero se encajona pillando desprevenido a nuestro cuerpecito, la pendiente no da tregua y la tomamos con calma. Unas laderas vestidas de matorral, romero, enebro, y un roble de gran porte que nos llama la atención, etc; un recorrido bastante atlético.
En el collado de Lizana, una oportuna parada para tomarnos un merecido descanso ante lo que se viene a continuación. Pero…una trenka de color rojo coetánea de la capa del Cid, nos ha hecho cargar las mochilas e iniciar el camino hacia la proa del Fragineto.
Un sendero se interna en entre la maleza de bojes bordeando los primeros escarpes del Fragineto. A través del faldeo de la montaña, en ocasiones por terreno poco amable de piedra suelta, matas del boj y erizón, encaramos el hombro inclinado de la montaña donde vamos llegando resoplando con una sonrisa de oreja a oreja.
Paisaje aéreo hacia el entorno de Vadiello, con el conjunto de islotes y panzas sobresaliendo de las aguas del embalse. Frente a nosotros el pico Borón al que Anika, Paula, Sergio, Pablo y un servidor ascendimos no hace mucho, despertando recuerdos.
Poco a poco ganamos altura, ya solo faltan tres lomas más para llegar a la cumbre del pico.
Un discreto mojón de piedras marca la cumbre del Fragineto.
Felicitaciones, abrazos, un buen entorno reina de nuevo. Reponemos fuerzas antes de emprender el andar por una cresta aérea que te ofrece un paisaje de lo mejorcito, siempre en un ambiente de verticalidad sin riesgos.
Caminar por la cresta es una de las mejores formas de conocer la geografía de Guara, tanto por el vasto paisaje que se domina como por la caída descomunal por las gargantas del Guatizalema que tenemos mil metros por debajo.
Ahora nuestro destino es la pradera del collado de Petreñales, que una vez alcanzada se antoja ideal para un merecido descanso, pero…la trenka roja se nos escapa como un renacuajo de las manos…no lo podemos dejar solo por lo que iniciamos un descenso a través de una vaguada de vegetación exuberante, densa, impenetrable, con una variedad de especies impresionante, nuestro rumbo sigue en prolongado descenso.
El camino de vuelta sortea de nuevo las estrecheces de la garganta hasta llegar sanos y salvos a la Tejería, donde todos de acuerdo hemos decidido festejar con unas cervezas lo bien que lo hemos pasado.
Así ha sido y así os lo cuento.
VÍDEO RESUMEN.